Los chicos de la calle de atrás, se burlan y me apuntan
Simplemente ridícula es la sensación que emerge luego de entregar mi respuesta a la pregunta del millón: “¿Cuál es tu grupo favorito?”. Es que las risas y burlas nacen de forma inmediata cada vez que entrego mi respuesta: “Backstreet Boys”.
Nadie lo cree en principio, pero cuando aseguro que es así, el minuto feliz es disfrutado por todos gracias a mí. “¡No, la cagaste!”, “pero esos son huequitos”, “es de minitas”, “me tinca que te estas poniendo gay” y los infaltables “este hueón la mató”.
Soy apuntado con el dedo, señalado desde lejos, columpiado por cientos (columpiar = molestar), todo por el maldito día que escuche en mi casa, una nueva banda con un nombre extraño, gracias a Wladimir, quien en aquellos años llegaba a mi hogar con las novedades musicales. “Hueón, te traigo dos temas geniales, los grabé de una radio A.M. de Argentina, el grupo se llama algo de boys, pero no me acuerdo” y colocó en mi radio cassette al ya mencionado y bendito grupo. “Está bueno, la cagó, estos días voy a Santiago con mi tío, si paso a Feria del Disco pregunto por el disco” le comenté.
En eso quedamos, así lo hice. Compré el disco, lo llevé a la radio y comenzó la promoción, gratis y personal, así me hice fanático y hoy es mi condena. Mi única salvación surge cuando también comento mi fanatismo por Pink Floyd, aunque cueste creerlo, dos estilos tan diferentes, dos puntos separados por un abismo, unidos por el gusto peculiar de mis oídos.
Mi juventud pudo haber sido frustrante, decepcionante, completamente difícil, de haber tomado en cuenta las bromas, hoy quizás, mi historia sería distinta, pero no, reconozco a esa banda como una de mis favoritas, sin miedo, sin vergüenza, sin rodeos, en fin, sin nada, aunque cueste creerlo, me trago las burlas, no tomo en cuenta los dedos que me apuntan, es mi gusto, mi decisión, mi condena, mi tranca ya superada, Backstreet Boys es mi placer culpable.
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